lunes, 10 de marzo de 2008

Auxilio Tardío

AUXILIO
TARDÍO
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¿Ya te detuviste a pensar, algún día, acerca de la caridad?

Generalmente, confundida con la limosna pura y sencilla, dar para ser libre del pobre, del pedidor, dar para que él se vaya, de una vez.

Ante los problemas del hambre, de la miseria, ya se le ocurrió decir: Esto es un problema del gobierno. ¿Será realmente?

En fin, ¿quien y a qué hora, cuándo y en cual lugar debe practicar la caridad?

Cierta vez, en el tiempo de los césares, en el teatro de Moscú, fue representada una obra muy celebre.

Todos los asientos estaban totalmente ocupados por los miembros de la realeza.

El enredo giraba en torno de los sufrimientos de un soberano místico que en medio de crueles padecimientos, se sacrificó por la fe cristiana.

La música arrebataba los corazones de la nobleza que asistía al espectáculo. Todos se identificaban con las agonías cristianas del personaje que, de alguna manera, traducía un poco del íntimo de cada uno.

Cuando acabó el espectáculo, colorido por cierto, al salir del Teatro acostado en la banqueta, estaba un mendigo.

Tiritaba de frío. Parecía que deliraba en medio de la nevada.

Una de las damas de la corte, al bajar las escaleras que la llevaba a su carruaje, movida por un natural impulso de bondad, sacó su carísimo abrigo de pieles que la acogía, y en camino al pobre hombre, con la firme intención de cubrirlo.

La otra dama que ahí estaba, dándose cuenta que lo que su compañera estaba por hacer, la detuvo.

¡No hagas eso!

¿De qué serviría a este miserable una pieza de vestuario de tal valor? Mañana enviarás, con uno de tus siervos, abrigos cálidos para él.

La dama del abrigo de alto precio, movida ahora por el sentido utilitarista de la vida, contestó: Sí, tienes razón. Y volvió a vestir su abrigo, buscando su carruaje.


Llegaron a su lujoso castillo, tomaron un té caliente y reconfortante y buscaron sus cómodas camas.

Olvidaron de la agonía del desconocido sobre la marquesina helada.

Al siguiente día, despertando muy tarde, la dama se acordó del hombre que al día anterior sufría con el frío.

Llamó a uno de sus siervos y ordenó que llevase ropas al pobre hombre.

Cuando allá llegó, el servicial se encontró con el desconocido ya muerto, que era removido por la policía.

* * *

Hecho que responde a los cuestionamientos iniciales.

Siempre que la caridad recibe interferencia de polémicas, discusión o debate, invariablemente el auxilio llega tarde.

Es necesario que cada uno de nosotros hagamos el bien hoy. Hay muchas maneras de practicarse la caridad:

Retirar a alguien de la oscuridad del analfabetismo. Providenciar el internamiento debido para un enfermo sin recursos.

Llevar un medicamento necesario al que se encuentra en el lecho. Dar la leche a un niño cuya madre ya presenta senos vacíos.

Dar un juguete a un niño de calle, o a un hijo sin padres,

En fin, ser caritativo es hacer a los demás lo que deseamos que así nos hicieran, tanto en el aspecto material como en el moral

* * *

Nuestras posesiones de nada valdrán si no tenemos en el cofre del corazón el pan de la caridad y la palabra consoladora de la misericordia que nos compete distribuir.

Dar de lo que nos sobra es deber de solidariedad, dar un tanto más es donación plena.


Redacción del Momento Espirita con base en el Cáp. 9 del libro Moldando o tercero milenio, de Fernando Worm, ed. Leal y Cáp. 16 del libro Estudios espiritas, del Espíritu Joanna de Ângelis, psicografía de Divaldo Pereira Franco, ed. Feb.
En 01.02.2008.