martes, 28 de abril de 2009

Video: ¿Qué es el espiritismo?

En este enlace puede verse este interesante video en español.

CUAL ES LA FINALIDAD DE LAS CALAMIDADES QUE AHORA VIVIMOS EN MEXICO

Los espíritus nos dicen respecto de las calamidades destructoras lo siguiente en El Libro de los Espíritus:

CALAMIDADES DESTRUCTORAS
737 – ¿Con qué objeto castiga Dios a la Humanidad con
calamidades destructoras?
– Para hacerla adelantar con más rapidez. ¿No hemos dicho
que la destrucción es necesaria para la regeneración moral de los
Espíritus, que adquieren en cada nueva existencia un nuevo grado de
perfección? Es preciso ver el fin para apreciarle los resultados.
Vosotros no los juzgáis más que desde vuestro punto de vista personal,
y los llamáis calamidades a consecuencia del perjuicio que os
ocasionan; pero estos trastornos son necesarios a veces para hacer
que se establezca más prontamente un orden de cosas mejor, y en
algunos años lo que hubiese exigido muchos siglos. (744).
738 – ¿No podría emplear Dios otros medios que las
calamidades destructoras para el mejoramiento de la Humanidad?
– Sí, y los emplea cada día, puesto que ha dado a cada uno los
medios de progresar con el conocimiento del bien y del mal. El hombre
es quien no los aprovecha, y es preciso castigarle en su orgullo y
hacerle sentir su debilidad.
– Pero en esas calamidades sucumbe lo mismo el hombre de
bien que el perverso, ¿es esto justo?
– Durante la vida, el hombre lo relaciona todo con su cuerpo;
pero, después de la muerte, piensa de otra forma y como ya dijimos:
la vida del cuerpo es poca cosa. Un siglo de vuestro mundo es un
relámpago en la eternidad. Por tanto, los sufrimientos que llamáis de
algunos meses o de algunos días no son nada, apenas una enseñanza
para vosotros que os servirá en el futuro. Los Espíritus, he aquí el
mundo real, preexistentes y sobrevivientes a todo (85), son los hijos
de Dios y el objeto de toda su solicitud; los cuerpos no son más que
los trajes con que aquellos aparecen en el mundo. En las grandes
calamidades que diezman a los hombres, ocurre como a un ejército
que durante la guerra, ve sus vestidos gastados, rotos o perdidos. El
general cuida más de sus soldados que de sus vestidos.
– Pero las víctimas de esas calamidades, ¿no dejan de ser
víctimas?
– Si se considera la vida por lo que es y lo poco que es con
relación al infinito, se atribuiría menos importancia a ello. Esas
víctimas hallarán en alguna otra existencia la completa compensación
de sus sufrimientos, si saben soportarlos sin murmurar.
Que llegue la muerte a consecuencia de una calamidad o por una causa
ordinaria, no se puede escapar de ella cuando suena la hora de la partida: la
única diferencia es que con eso, en el primer caso, parte a la vez un mayor número.
Si pudiésemos elevarnos con el pensamiento, de modo, que dominásemos
la Humanidad y la abrazásemos en su conjunto, esas terribles calamidades no
nos parecerían más que tempestades pasajeras en el destino del mundo.
739 – ¿Las calamidades destructoras tienen una utilidad, bajo
el punto de vista físico, a pesar de los males que ocasionan?
– Sí; pues a veces cambian el estado de una comarca; pero el
bien que de ellas resulta no es apreciado con frecuencia más que por
las generaciones futuras.
740 – ¿No serán igualmente las calamidades pruebas morales
para el hombre que lo someten a las más duras necesidades?
– Las calamidades son pruebas que proporcionan al hombre
la ocasión de ejercer su inteligencia, de probar su paciencia y
resignación a la voluntad de Dios, y lo orientan para demostrar sus
sentimientos de abnegación, de desinterés y de amor al prójimo, si
no está dominado por el egoísmo.
741 – ¿Es dado al hombre conjurar las calamidades que lo
afligen?
– Por una parte, sí; pero no como generalmente se piensa.
Muchas calamidades son consecuencia de su imprevisión, y a medida
que adquiere conocimientos y experiencia, puede conjurarlos, es decir,
prevenirlos, si sabe buscar sus causas. Pero entre los males que afligen
a la Humanidad, los hay generales que pertenecen a los designios de
290 LIBRO TERCERO. – CAPÍTULO VI LEY DE DESTRUCCIÓN 291
la Providencia, y cuyas repercusiones afectan más o menos a todos
los individuos. A esto el hombre no puede oponer más que resignación
a la voluntad de Dios, pero con frecuencia, aun estos mismos males
son agravados por su negligencia.
Entre las calamidades destructoras, naturales e independientes del hombre,
deben colocarse, en primer término, la peste, el hambre, las inundaciones, las
intemperies fatales a la producción de la tierra. Pero en la ciencia, en los trabajos
del arte, en el perfeccionamiento de la agricultura, en las amelgas y regadíos, y
en el estudio de las condiciones higiénicas, ¿no ha encontrado el hombre los
medios de neutralizar, o por lo menos de atenuar muchos desastres? Ciertas
regiones en otros tiempos asoladas por terribles calamidades, ¿no están
preservadas hoy? Por tanto, ¿qué no hará el hombre por su bienestar material
cuando sepa aprovechar todos los recursos de su inteligencia y cuando a los
cuidados de su conservación personal sepa unir el sentimiento de una verdadera
caridad para con sus semejantes? (707).