lunes, 14 de marzo de 2011

¿Para qué quiero ser espírita?

Esta pregunta sin duda encierra más signficado de lo que suponemos. Todos aquellos que hemos recorrido los caminos del estudio de la doctrina de Kardec llegamos a un momento en el que nos preguntamos "ahora ¿QUÉ SIGUE? ¿cuál es el siguiente paso? ¿AQUÍ TERMINA ESTA AVENTURA?".
Y es que el conocer a detalle las obras básicas del espiritismo no nos hace en automático espíritas, sino apenas unos conocedores de la doctrina, pero nada más.
Entonces pueden sobrevenir reflexiones como: "he  estudiado toda mi vida la doctrina, pero siento que NADA HAY DE NUEVO EN MI" o "sigo haciendo las mismas cosas en mi vida y no he podido cambiarlas".
Pues bien, esto nos dice que no hemos comprendido lo que es el Espíritismo. Es dura esta frase, queridos amigos, pero es una realidad.
Quien no ha entendido la doctrina de los espíritus, sigue siendo la misma persona, sólo que con un poco más de conocimientos sobre la reencarnación, las pruebas de rescate y las obsesiones. Y puede incluso repetir mecánicamente pregunta a pregunta de El Libro de los Espíritus.
Este síntoma es inequívoco de que no hemos aplicado la doctrina de Jesús en nosotros mismos, es decir, no hemos propiciado la reforma íntima a la que los espíritus nos conminan para producir la elevación espiritual.
Muchos amigos espíritas se han acercado a nuestro Centro de Enseñanza Espírita Allan Kardec de la Ciudad de México (CEEAK) para preguntarnos cómo iniciar el proceso de reforma íntima y nos señalan que no existe un método formal para llevarla a cabo.
Y es entonces cuando nosotros les preguntamos "¿para qué quieres ser espírita?", porque el serlo implica un trabajo arduo de mejoramiento y pulimiento interior.
En "El Evangelio Según el Espiritismo" existe un claro método de transformación interior desglosado por el Maestro Jesús, por medio de sus parábolas, paso a paso.
 Sin embargo, existen quienes quisieran tener un método más sistematizado que los guíe de la mano por esos caminos de la reforma íntima. Y nosotros en el CEEAK hemos desarrollado talleres de espíritas para espíritas, con el fin de que cada uno haga posible su reforma interior.
Sin embargo, una de los cosas más sorprendentes es que con mayor medida se acercan a nosotros personas que no conocen el espirtismo,  con el fin de tomar estos talleres, que de manera maravillosa los conducen al conocimiento de la doctrina de los espíritus.
 ¿Para qué quiero ser espírita? Justamente para vivir el espiritismo en todos los actos de nuestra vida diaria; para alcanzar la paz y la felicidad durante nuestro paso por esta experiencia material, y para compartir el amor con todos los seres que nos rodean: en el hogar, en nuestros centros de trabajo, en el transporte público, etc.
La primera señal que nos indique qué parte de nuestro comportamiento debemos cambiar es aquella que nos produce UN DOLOR CONSTANTE, pero más grave aún, que nos lleva a lastimar a los que nos rodean. Y esa señal nos puede indicar que es nuestro orgullo, por medio de la envidia, los celos o la necesidad de acumular posesiones, lo que nos produce dolor.
Una vez que con humildad y con el amparo de nuestros mentores espirituales identificamos ese defecto, debemos poner manos a la obra y comenzar a detectar en qué momentos y circunstancias se hace presente.
Identificado el momento en el que se dispara, entonces debemos comenzar a contenernos: es decir, guardar silencio frente a otras personas o circunstancias para no reaccionar de manera violenta, cuando nos contrarian, cuando nos reprenden en nuestra oficina o cuando no cumplen nuestros deseos.
Esa contención es el primer paso de la reforma y significa que ya estamos en el camino. Nos callamos, no reaccionamos, y entonces pedimos a nuestros mentores, mediante una breve elevación del pensamiento, la fortaleza para contenernos.
Lo que no podemos hacer es solicitar a nuestros mentores que no sintamos, por ejemplo, envidia, porque entonces les estaríamos pidiendo que hicieran nuestro trabajo y eso no va a ocurrir nunca. Lo que debemos solicitar es fortaleza para poder frenarnos y no ceder a nuestro orgullo; esclarecimiento para encontrar la forma de controlarme.
Y una vez que vayamos controlando uno a uno nuestros defectos, entonces, comezaremos la maravillosa aventura de la reforma íntima, que nos permitirá vivir una vida de paz y felicidad, aún estando encarnados.
Así es que, queridos hermanos, seamos espíritas las 24 horas del día y no sólo cuando acudamos a nuestros centros de estudio...
Muchas bendiciones para todos..