El
diccionario de la Real Academia Española define la palabra trabajo como
“ocupación retribuida”, “cosa que es resultado de la actividad humana” y
“esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a
capital”, entre otros.
Visto
desde este prisma, el trabajo, tal y cual lo conocemos en nuestro mundo de
encarnados, es la actividad humana por la que cualquier individuo desarrolla
una actividad para otro y mediante la cual se le reconoce por medio de una
compensación financiera. En la tercera parte del Libro de los Espíritus, Allan
Kardec, específicamente en la pregunta 674, indaga si la necesidad del trabajo
es una ley de la naturaleza. Para ello, la respuesta es clara: “El trabajo es
una ley natural por lo mismo que es una necesidad y la civilización obliga al
hombre a trabajar más porque aumenta sus necesidades y sus placeres.”(1).
Efectivamente.
Los Espíritus contestan de esta manera, al cuestionamiento del Codificador si
solo se debe entender por trabajo las ocupaciones materiales: “No, el espíritu
trabaja como cuerpo. Toda ocupación útil es un trabajo.” (2) Cuando dicen
que “el espíritu trabaja como cuerpo”, entendemos que se refieren a los
aspectos del trabajo intelectual, moral y espiritual. Joanna
de Ángelis hace un paralelismo muy interesante entre el trabajo
remunerado y el que ella nombra al “trabajo-abnegación“ “... Mediante el
trabajo remunerado el hombre modifica su medio, transforma el hábitat (lugar o
medio donde vive cualquier ser organizado), crea condiciones de confort….
A través del trabajo-abnegación, del cual no hay cambio ni permuta de
remuneración, él se modifica a si mismo, creciendo en el sentido moral y
espiritual.” (3)
También
se entiende por “el espíritu trabaja como cuerpo”, lo que la
espiritualidad refiere como espíritu con o sin envoltorio material. En
muchas ocasiones, en el Libro de los Espíritus y en la literatura
complementaria espiritista, los hermanos de luz confirman que “la vida espirita
es una ocupación continua, pero nada penosa como las de la tierra, porque
no existe cansancio corporal, ni las angustias de la necesidad” (4).
Joanna
de Ángelis, en Bendición del Trabajo, dice: “El trabajo se
fundamenta en las leyes de amor que rigen el universo. La vida es un himno a la
dinámica del trabajo. No hay en la Naturaleza el ocio.” (5). Para una mejor
ejemplificación del valor real del trabajo, encontramos en el
Evangelio de Juan, capítulo V, versículos de 1 a 17, el pasaje en donde Jesús,
curando al paralítico de Bethesda, dice “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo
trabajo.”(6)
Es
importante recordar una y otra vez de este ejemplo mayor cuando las
adversidades de la vida se nos cruzan el camino, y pensamos “no me gusta mi
trabajo”, “no me quiero despertar y a salir a trabajar”, “gano muy poco,” “me
da flojera,” "trabajo mucho pero nada sucede, todo sigue igual”
Hermanos
¿en algún momento vimos a un Jesús desanimado? ¿Estamos dispuestos a caminar
sobre las huellas que nos dejó Jesús y no vencernos por nuestras limitaciones y
dificultades? ¿Nos hemos preguntado alguna vez si hemos estado trabajando de
acuerdo con Dios?
Tomemos
pues una nueva postura frente a la vida que nos ofrece innumerables
oportunidades de trabajo para nuestro crecimiento y desarrollo. Trabajemos
siempre y mucho, donde quiera que estemos. Y sobretodo , firmemos el
contrato laboral con Dios ahora mismo.